The Pelayos de Eduard Cortés en el cine Albéniz.
El sábado 22 de abril, pase de prensa con el aforo abarrotado, a reventar. Hay expectación porque los rumores apuntan a un buen trabajo y también porque Gonzalo García Pelayo está muy ligado a Málaga. De hecho hoy en el Diario Sur, en la edición impresa sale un extenso reportaje dedicado a los García Pelayo.
La cinta de Eduard Cortes arriesga lo justo. Como el método discurrido para quebrar legalmente la banca de los casinos.
Es lo que pasa cuando se juega con la ventaja estadística de un gran reparto, y el imán de pubis infalible de Miguel Angel Silvestre que borda el papel.
Lluis Homar interpreta a un Don Gonzalo sereno, incluso mayestático. Con reverberaciones de rey. El protagonista que inspira esta aventura es así. Hombre comedido a estas canas de la vida. Personaje vividor, que ha tocado demasiados palos y una vez les coge el tranquillo se aburre y cambia de profesión: el cine, la música, la tauromaquia, la familia y el juego. El juego la vida es un juego.
Pero la película apuesta todo al negro. Daniel Brühl, que le ha cogido gusto al ramalazo ibérico, da un perfil dandy, algo snob y humano. Eduard Fernández hace buenísimo de malo, de los malutos que acojonan de verdad, que son los que no levantan el tono de voz y con buenos modales y artimañas de banqueros, no repiten las cosas dos veces
Las chicas Marina Salas, Blanca Suarez y Huichi Chiu un toque paranoico oriental, todas muy bien, bien. Los primos, especialmente el que interpreta nuestro Silvestre, desprenden un aura de gañanes vestidos para boda y ponen humor a esta aventura cañí. La cinta corre, se apelmaza y después se tensa hasta un dramático giro final. Con una banda sonora elegante y una fotografía manierista.
Atmósferas de vicio, humo y sin malas compañías para un clan que se lo llevó calentito y legal en los años 90. Ahora se dedican al póker online. La película no sólo se deja ver, también recomendar. Puede que se lleve una biznaga porque juega en casa.
©Ignacio del Valle 2012