JORDI ÉVOLE EXTRACTE DE “LA VANGUARDIA” 1 4/11/2020

Por qué, en nuestro país, nadie dice la verdad?”. Con esta pregunta de Josep Pla a Jaume Vicens Vives arranca El hijo del chófer , el libro de Jordi Amat que lo va a petar este otoño-invierno. Una lectura perfecta en tiempos de confinamiento, porque si no estuviésemos confinados igual nos daba por salir a la calle a quemar contenedores tras descubrir la montaña de estiércol en el que se sembró y creció parte de la Catalunya política y mediática actual.

“En nuestro país nadie dice la verdad”. No creo que sea algo exclusivo ni de Catalunya ni de España. Pero pongamos un ejemplo reciente de aquí, la operación Volhov o Voloh, que ni para los nombres de las operaciones policiales nos ponemos de acuerdo. Se buscaba comprobar si había habido desvío de dinero público para financiar el procés . Que se quiera investigar una presunta trama de corrupción es algo que, de entrada, debería alegrarnos a todos excepto a los investigados. El problema es cuando gran parte del material de la investigación que sale a la luz no tiene nada que ver con el objeto de la investigación. Se filtra con objetivos políticos, no judiciales.

La barbaridad de que los líderes independentistas sigan presos coge cada vez más envergadura

El independentismo ha puesto el grito en el cielo por estas filtraciones, que no dejaban en muy buen lugar a uno de los artífices en la sombra del procés , David Madí (alguien al que no ha votado nadie, pero que se ve que manda mucho), y a una de las caras independentistas más populares y seguidas en Catalunya, Pilar Rahola. Entiendo su malestar. Pero este tipo de filtraciones son un modus operandi demasiado habitual en este país. Lo que pasa es que cuando les toca a los otros, no solo no se dice nada sino que se moja pan. Encontraríamos casos no muy lejanos de líderes independentistas sacándole punta a conversaciones privadas filtradas a la prensa pero que en aquellos casos les beneficiaban.

Otros optan por pasarse las conversaciones por WhatsApp, disfrutarlas morbosamente en la intimidad, pero no hacerlas públicas. Catalunya es un país pequeño y según qué cosas mejor no menearlas, que todos tenemos muertos en el armario, y a ver si luego en verano nos vamos a encontrar en el Empordà y no vamos a poder ni mirarnos a la cara.

Yo sí he escuchado alguna de esas conversaciones. Y algunas de las cosas que se dicen me parecen relevantes, por muy mal que me parezca que se hayan filtrado. Es como si pillas en una infidelidad a tu pareja mirándole el móvil. Mal por mirarle el móvil, pero es que te estaba poniendo los cuernos. ¿Qué haces? ¿Miras hacia otro lado porque la información te ha llegado de manera ilícita?

He pensado en los políticos independentistas que llevan tres años en prisión. Con el paso del tiempo, la barbaridad de que estos líderes sigan presos va cogiendo cada vez más envergadura. ¿Qué pensarán Junqueras, Forcadell o Cuixart (que lo han arriesgado todo por el procés ) cuando Tatxo Benet, directivo de una de las mayores productoras audiovisuales del país (Mediapro), llama a David Madí (que, que yo sepa, no tiene ningún cargo en la tele pública catalana), para que desbloquee la emisión de 8 documentales sobre el procés , a 100.000 euros el documental (800.000), para programarlos antes de las elecciones en TV3?

Y mientras escribo esto pienso que igual haría mejor callándome. Porque yo también trabajo en el audiovisual, y es difícil que, hablando de esto, TV3 me compre ninguno de los contenidos que le ofrezca. Ni que lo que escribo guste en un gigante como Mediapro, donde además tengo amigos. Pero empiezo a estar harto de tanto silencio. De recibir lecciones de moral por parte de los que se han apropiado de palabras como democracia y justicia , mientras se lucran a costa de una ilusión colectiva y la buena fe de cientos de miles de catalanes.

Por cierto, estaría muy bien antes de las elecciones un documental sobre la eficacia del último Govern de la Generalitat. Llamaré a David Madí para que nos pongan las cosas más fáciles.